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lunes, 26 de febrero de 2018

LA VOZ DE LA FE...



Vargas trabó una pelota de Messi y arrancó, el partido expiraba y yo estaba 'sentado' sobre mi espalda en el sofá. La resignación, la derrota, era una costumbre que acentuaba la mala postura. Cuando cruzó la media cancha y ya se notaba la fuerza del 'loco' apenas estiré cuello y hombros para ver esa última jugada. Y cuando la pelota besó las redes distorsionó la realidad. GOOOLL! El mío fue un alarido. Un brinco sobre la tabla en la que acostumbrábamos dirigir la vista hacia abajo. Últimos o penúltimos en el epílogo de las eliminatorias para Sudáfrica.

La sonrisa nerviosa de mis pequeños hijos que se asomaron a la escalera para ver que sucedía con su viejo, me volvió a tierra. A la realidad de estar viendo el partido sólo, y en pay per view! porque no hubo razón para juntarnos con los amigos como era costumbre allá en Kendall. Estábamos eliminados y hacía rato que la fe se había desvanecido. 

En ese tiempo no sabía nada de Daniel Peredo.

"Con los huevos de Vargas, con el pundonor de Vargas... con el corazón de todos... lo hizo Vargas, lo metió Fano". No recuerdo si fue al día siguiente o semanas después, un narrador parecía llegar al borde del llanto por el gol de Fano. Medios digitales resaltaban su emotivo relato y yo no entendía nada. Me preguntaba; la necedad tiene memoria frágil, cómo se podía celebrar un 'empate de local!' estando eliminados? Luego tuve que reconocer que yo mismo había gritado ese gol que nos clasificaba a nada! Y reforzaba teoría y tesis: existía una cultura de la derrota en el fútbol peruano.

Hoy, su prematura y dolorosa partida nos revela lo que Daniel Peredo hizo en vida, amar y sentir tanto su trabajo, comprender tan bien su papel que mantuvo durante toda su carrera eso que muchos hinchas solo teníamos por chispazos: fe. Fue su voz la que acompañó el fin de la sequía de casi cuatro décadas. Contrarrestar esa supuesta 'cultura' es otro ítem de su legado.  

Mucho gusto, soy Peredo... y usted?

Ya de vuelta al Perú a finales del 2010 reconecté con el día a día del fútbol local. Sin mucho entusiasmo, la verdad. Al poco tiempo supe que Peredo fue gestor clave del éxito de "El Bocón", diario que a inicios de los noventa rompió esquemas en la prensa deportiva y de cuya columna principal yo era un consumidor fiel aunque sin conocer o fijarme demasiado en nombres. Recién entonces empecé a calibrar la real dimensión y peso de Peredo en el periodismo deportivo. Crecer con Morosini y Pinasco, con San Román y Pocho Rospigliosi, relato y análisis que marcaron una era en nuestro fútbol puede ser una venda. Una venda que me impedía valorar y reconocer a tiempo a otros grandes. Pero esos personajes también influyeron en alguien que daría frutos, un niño llamado Daniel Peredo Menchola. Ese niño hoy tiene su propia era.

Debo confesar que algunas veces cambiaba de canal cuando Daniel narraba a la selección. Sentía que era por su timbre 'chillón'... cuando en realidad tenía que ver con lo que no se daba en la cancha, con la ansiedad de tanto tiempo, y, como no, con las cábalas del hincha que soy. Pero el zapeo era inútil con Peredo, a los pocos segundos volvía a su voz porque parecía ser parte del juego. No fui capaz de identificar hasta el drama de su partida que estaba ante 'la voz de la fe'.

Y si algunos consideran que su trascendencia en la narración no fue tal, Daniel Peredo era un comentarista impecable, un entendido del fútbol. De una elocuencia que se hacía imprescindible escuchar. Aun así era válido discrepar de él. Hace pocos años por ejemplo, en twitter, le hice una crítica por resaltar exageradamente, creía yo, la temporada de un jugador que no viene al caso mencionar. De forma correcta me preguntó en qué sostenía la misma, y en los mismos términos, porque su actitud profesional y pública no dejaba espacio para otras maneras que no sean las de mutuo respeto, le dije lo que pensaba. Ya no respondió. Estoy seguro que comprendía mejor que nadie las frustraciones del hincha por tantas derrotas, y supongo que fue tolerante. Es que Daniel también era uno de nosotros. Un hincha incondicional de la selección que desde su profesión hizo un aporte invaluable para la clasificación a Rusia. Por eso toca agradecerle habernos ayudado a sostener la esperanza, a no perder la fe.

Incompletos

Tenía 21 cuando el fútbol me hizo llorar por última vez. Fue en España '82, me encerré en un baño después que Polonia nos despidió con un 5-1 lapidario. Aquel día fue decepción, esta vez fue auténtica tristeza. Algunas lágrimas ante la conmovedora despedida en el Estadio Nacional. Saber que que esas miles de banderas, expresiones de cariño y reconocimiento, han atenuado en algo el dolor de su familia, los ha fortalecido, tranquiliza.

Es la circunstancia la que nos permite conocer mucho más de Peredo a través de sus colegas y amigos, de los medios que repasan su palabra y pensamiento, su trayectoria y aporte al fútbol. Es la circunstancia la que nos obliga a reconocer que no valoramos como se debe a gente valiosa en las distintas actividades de nuestro país.

Con algo de culpa me despido de Daniel Peredo y solo puedo parafrasearlo...
No es justo carajo, claro que no!... pero es cierto y no estaremos completos en el Mundial.